Hemos entrado en la última semana de agosto y en estas fechas algunos terminan las vacaciones y tienen que volver al trabajo. Esto puede suponer un desajuste llamado síndrome postvacacional.

La vuelta a la normalidad tras las vacaciones, las prisas y la rutina del día a día en el trabajo supone para muchas personas un pequeño desajuste emocional. Después de un tiempo de descanso y de pasar más tiempo con la familia y los amigos, junto a los desajustes horarios y el cambio en los hábitos diarios tanto de descanso, como de comidas, toca ponerse manos a la obra.

El conocido síndrome postvacacional, es no saber adaptarse al trabajo diario, después de las vacaciones. Todo esto se refleja en el estado de animo, con rechazo a todo lo que tenga que ver con el trabajo. Con molestias que no afectan a todos de la misma manera. Los más propensos son aquellas personas que ocupan puestos de responsabilidad. Irritabilidad, tristeza, apatía, ansiedad, insomnio y diferentes dolores son algunos de los síntomas. Pero no sólo afectan a los trabajadores, sino que los niños también pueden sufrirlo con la vuelta al cole, que en algunos casos puede resultar traumática.

Para evitarlo, un aspecto fundamental es crear un buen ambiente de trabajo y así el proceso de adaptación será mejor, pero sin duda el mejor remedio es repartir las vacaciones y no tener un mes entero. Además de tener una actitud positiva a la hora de volver, no centrarse en las molestias y volver a los horarios habituales unos días antes de que terminen las vacaciones, durmiendo 7 u 8 horas para garantizar un buen descanso.

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