Dos años de trabajo, en la redacción de la norma, para acabar en el mismo punto. Son incontables las horas de trabajo de los profesionales de sector para consensuar, para acordar, para aportar, para mejorar, para cambiar lo presentado en la Norma del Ibérico. Tiempo que no ha servido para nada por que después de todo ese tiempo, los que estaban de acuerdo con el texto siguen estándolo, una parte de los andaluces, mientras que todos los demás, que ya estaban en contra, continúan en contra.
Y en este apartado encontramos no sólo a todas los industriales y ganaderos de Castilla y León, sino a todas las agrupaciones no puristas del ámbito nacional. A lo que habría que sumar las posiciones de agrupaciones de ganaderos, que no sean las andaluzas puristas. Pero aquí no acaba la cosa porque a la patronal se le incorpora todos los sindicatos representados en las Comunidades afectadas, a excepción de los de zonas andaluzas puristas. Y si nos fijamos en el ámbito político todos los partidos mayoritarios, entre ellos Partido Popular y PSOE han mostrado, en diversas oportunidades, su disconformidad con lo planteado en la Norma, salvo la representación ministerial, que prioriza a los puristas andaluces, la minoría que como mucho supone el 5% en el sector y que no atiende a los requerimientos planteados por el 95% restante.
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