De poco sirven las normas si no se controlan. Ni la anterior, ni esta nueva Norma del Ibérico, ni ninguna otra cumplirá con su función de mejorar la calidad, si no se establecen y se cumplen unos controles reales y ajustados a las necesidades del sector. Y en estos momentos no hay nadie que puede confirmar el porcentaje racial, las entidades de inspección no están en condiciones de decir que porcentaje racial tienen los animales.
El control es la base de cualquier legislación y en este sentido la Norma tiene lagunas muy importantes. Desde la Denominación destacan que no se puede demostrar que un cerdo ha comido bellotas a través de una foto de un satélite, tiene que ser por un control analítico de laboratorio.
Es más, el sistema planteado en la norma está dispuesto para colocar bridas en los mataderos, para fijar las normas del diseño de las etiquetas, que habrá que estudiar si atiende a la normativa europea, que esa es otra, pero lo que no está ni definido, ni establecido es quien tiene que controlar, ni con que herramientas, ni sobre que materias tienen que fijar los controles las entidades inspectoras, según indicó a Radio Guijuelo Jesús de la Gándara.
Y es que la norma no sólo comete errores de bulto que se pliegan a los intereses de los puristas, como el peso de las canales o en los tiempos de curación o en los pesos de la salida a la comercialización. La Norma del ibérico comete errores de bulto en las líneas de control, por citar sólo un ejemplo, véase lo concerniente al etiquetado y peso en los puntos de venta o los reetiquetados en las cadenas de distribución.
A pesar de llevar más de dos años dándole vueltas al texto de la Norma, el Ministerio presenta lagunas sobre el control y errores de bulto, pero de lo que no se olvidó fue de favorecer la comercialización del producto purista minoritario, sin duda un reflejo de su intencionalidad preconcebida.
Radio Guijuelo liked this on Facebook.
Esmeralda Alonso Gilsanz liked this on Facebook.