Los agricultores no confían en que el agua caída durante los pasados días pueda levantar la mala cosecha de pastos y cereales.
Mayo ha sido uno de los meses más secos de las últimas décadas y eso se ha notado en la agricultura, de tal forma que los cultivos de cebada y trigo se han perdido, salvo en tierras muy fértiles.
Los agricultores coinciden en que ha sido un mal año y además las últimas lluvias caídas pueden traer más perjuicios que beneficios, ya que el agua ha estado acompañada de temperaturas más frías de lo habitual. Además lo único que han hecho las precipitaciones, ha sido retardar el momento de la siega por que no se ha podido entrar en las tierras y el forraje hay que dejarlo secar.
El pesimismo es generalizado, excepto en los cultivos de girasol, el garbanzo y las lentejas más tardías. Respecto a la patata, el frío es lo que más preocupa a los productores, sobre todo si hace viento. En definitiva, que este año no ha ayudado nada el tiempo, para los productos de la huerta.