La lucha contra la despoblación de la España vacía debería ser el principal punto de atención social y política, especialmente en nuestra zona, en la que ya hay pueblos que por no tener no tienen ni parados.
La sangría en relación con la pérdida de población en las zonas rurales de Castilla y León y, si cabe mucho más relevante, en la provincia de Salamanca continúa dejando desiertos nuestros pueblos y sin atención todos sus recursos.
En este sentido hay algunos datos que son, por sí mismos, suficientemente significativos. Uno de ellos es el que se refiere al desempleo, publicado por Datosmacro, en los que vemos como pueblos como Salvatierra o La Puebla ya no tienen ni parados.
Este dato, que en otras circunstancias sería para alardear, en esta coyuntura es sencillamente una alarma encendida más de las muchas que nos encontramos o dicho de otra manera una amarga despedida, de una muerte más que anunciada, para la que, a pesar de programas, aportaciones económicas, proyectos nadie encuentra una solución.
Los pueblos se mueren, pero nadie es capaz lograr resultados y mientras ‘su grito’ se ahoga en el silencio del desierto demográfico, que cuenta con mucho ruido en las ciudades a la hora de invertir las partidas, que finalmente se quedan en eso, en ruido sin más.
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