Como viene siendo habitual cada último fin de semana de octubre se cambia de hora adaptando nuestros relojes al horario de invierno. El cambio se producirá en la noche del sábado al domingo a las tres, debiendo atrasar nuestros relojes una hora hasta las dos, lo que significa que ese día tendrá una hora más.
Durante la noche del sábado al domingo tendremos que adaptar nuestros relojes volviendo al horario de invierno. Este horario se mantendrá en toda España hasta el próximo 27 de marzo de 2011, donde de nuevo se cambiará al horario de verano para intentar aprovechar más los recursos naturales de la luz diurna.
El cambio de hora comenzó a generalizarse aunque de manera desigual a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación. Se aplica como directiva desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años. Desde la aprobación de la Novena Directiva, por el Parlamento Europeo y Consejo de la Unión, en enero de 2001, este cambio horario se aplica con carácter indefinido.
Independientemente del ahorro que significa el cambio horario, este tiene algunos efectos negativos, como la repercusión en nuestro organismo, aunque esto es algo temporal hasta que nos adaptamos al nuevo horario, superándose en dos o tres días, hasta entonces las personas más sensibles pueden sufrir trastornos leves, como dificultades en conciliar el sueño.