En España no hay vocación religiosa, cada vez son menos los que siente la llamada y deciden dedicar su vida a este servicio. Esto puede provocar que al final muchas iglesias tengan que colgar el cartel de cerrado.

Atrás quedan los tiempos en los que el párroco era una de las figuras de los pueblos y de los barrios de las capitales, más bien, ahora, un solo cura se tiene que dividir entre las diferentes iglesias de varias poblaciones.

Todo esto obliga a la Diócesis de Salamanca a realizar una reestructuración, que a falta de la firma del obispo Carlos López, se llevará a cabo para adaptarse a la crisis vocacional. Para empezar se reducirán las 375 parroquias rurales a 32 unidades pastorales, lo supondrá que casi 9 de cada diez parroquias desaparecerán en el nuevo organigrama diocesano.

Estos cambios se harán de forma más moderada en la capital que pasarás de 30 a 13 parroquias. Asía algunas como la de San Martín o San Pablo pasarán a depender de otros centros parroquiales para convertirse en centros de culto y depender de la Purísima y Sancti Spíritus respectivamente.

Los criterios para la elección de una u otra parroquia dependerán tanto de la condición histórica como por la delimitación geográfica en la que se encuentre.

A esto se une la poca vocación, actualmente sólo hay 6 seminaristas, y la alta edad de los sacerdotes. La diócesis se plantea crear una “bolsa de laicos” que celebren el rito de los domingos y poder llegar a todos los rincones, a falta de vocaciones.

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