Todos los días podemos encontrar a voluntarios pidiendo ayuda para el mundo entero, pero nosotros también tenemos pobres y necesitados, a los que cada vez ayudamos menos.
Según publica en el día de hoy la gaceta de Salamanca, más de 30 personas esperan cada noche en los contenedores la comida que desechan las medianas superficies.
La necesidad obliga a que por las noches monten guardia, hasta que los trabajadores tiran al contenedor productos que están a punto de caducar o en mal estado. Son personas con problemas económicos, con pensiones que no llegan a los 200 euros y que buscan entre los restos de basura para poder poner algo de comida en sus mesas.
Discusiones y peleas son frecuentes en estos lugares en la lucha por obtener alimentos, en un lugar donde cada día que pasa, se acerca más gente con problemas monetarios. Lo que se puede ver cada noche en las puertas traseras de los supermercados es que la pobreza no la tenemos que buscar fuera de nuestras fronteras, sino que la tenemos en nuestras propias narices.